viernes, 22 de octubre de 2010

In the Navy o San Diego vol. 2

San Diego. Que gran ciudad. Ya os dije que volveríamos y, efectivamente, lo hemos hecho. Este fin de semana nos hemos cogido el coche, lo hemos llenado de boricuas y nos hemos lanzado a la carretera. En tan solo 5 horas cubrimos la distancia Hanford - San Diego.
Hay cosas de esta ciudad que ya os mostramos en el anterior post, así que hoy quiero enseñaros dos de las atracciones más importantes de San Diego y que en el último viaje no pudimos visitar.
La primera de ellas es Balboa Park. Sí, reíros, se llama Balboa, como Rocky.

Es el parque más grande de la ciudad, típico americano, con kilómetros de césped y árboles para ir a hacer picnic y lanzar el frisbee. Pero lo que más me impresionó es que dentro del mismo parque hay ocho museos y un zoo. Nosotros elegimos visitar, esta vez, el Museo de Arte y, bueno, no es que fuera gran cosa pero te deja con buen sabor de boca. Por lo menos tiene una retrospectiva interesante de pintores y escultores americanos, que eran bastante desconocidos para mi, tanto de Estados Unidos como de toda latinoamérica.


Esta foto es de la plaza que hay dentro del parque y donde se concentran varios de los museos de la ciudad, creo que concretamente el Museo del Hombre, el de Arte y el de Fotografía. Luego, un poco más alejados están el de Historia Naval, el de la Ciencia, el del Ferrocarril, el Insituto de Artes y la Sociedad Histórica.
Pero sigamos con el periplo sandieguino, por cierto, otro día hablaremos de los topónimos de las ciudades americanas, que tengo para otro post más o dos.
Bueno, a lo que vamos. Después de Balboa Park bajamos al puerto a comer un poco de pescadito, que en Hanford es muy malo y aprovechamos cuando vamos a alguna ciudad costera. Y como buenos españoles, después de comer toca el paseo para rebajar. Y eso hicimos, paseíto por el puerto. Hasta que nos encontramos esto:

Es el portaviones USS Midway, reconvertido en museo de la Navy (por cierto, copio la foto de airportjounals.com, porque obviamente no tengo un helicóptero al que subirme y hacer la foto).
La verdad es que impresiona entrar en un bicho de estos, no te puedes imaginar lo grande y lo pequeño que es a la vez. Es enorme, en tamaño, te sientes minúsculo dentro de él, pero a la vez los pasillos y las estancias son mínimas, de hecho las camas son enanísimas, son literas de esas que en cuanto levantas la cabeza te das con el de arriba. En fin, una tremenda sensación de claustrofobia dentro de esta mole.
Eso sí, me reí un montón cuando pensé en qué pasaría si nos pusiéramos todos a bailar esto:




2 comentarios:

  1. Hay que ver que bien te expresas, da gusto leerte. Que guaway lo de los topónimos. Sandieguinos? en americano? como narices será? cuenta cuenta
    Saludines

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  2. ¿Y que me dices de chicagüenses? Es la mejor... jajaja...

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