jueves, 2 de diciembre de 2010

Ensenada

México es un país de contrastes. Y la zona donde estuvimos nosotros es buena prueba de ello. Desde nuestro hotel en Las Playas de Rosarito hasta Ensenada hay unos 70 kilómetros, si no recuerdo mal. La "carretera escénica" recorre esta distancia por la costa, de manera que el paseo en coche se convierte en un ir y venir de acantilados y playas que sorprenden a la vista. A cada curva te encuentras con opulentas urbanizaciones situadas en primera línea de mar y rodeadas por una alta valla con alambre de espino y cámaras de seguridad que impiden: primero, que veas lo que ocurre dentro, y segundo, que puedas acceder a su zona privada.
Pero construir estas urbanizaciones no es fácil. La burocracia en México es lenta, muy lenta, conseguir los permisos para construir es muy complicado (o muy caro, no lo sé). Eso es lo que les pasó a los dueños de este hotel, que llevan 15 años para poder conseguir los permisos adecuados y terminar la obra. Pero mientras no la terminen este punto es uno de los miradores más espectaculares de toda la costa de Baja California.




Estas urbanizaciones, con sus grandes villas, campos de golf y televisión por satélite contrastan con el día a día de muchos mexicanos, con su lucha por la supervivencia y con sus tradiciones más arraigadas.



Pero sigamos con el viaje... Llegados a Ensenada hay dos cosas que cualquier turista debe ver: el puerto y la Bufadora.

Ensenada tiene el puerto más grande de la zona, cuenta con terminal de cruceros, astilleros y una activa flota pesquera.


El hombre ballena - Instalación

Dentro del puerto se encuentra el Mercado Negro de pescado, que es como una lonja donde los pescadores llevan sus capturas de día y los restaurantes y particulares acuden a comprar provisiones. Y justo enfrente de esta "pescadería" enorme, hay un montón de bares que ofrecen pescado y marisco a precios muy bajos (los tacos pescado o gambas a un dólar), obviamente un buen sitio para comer pescado fresco y a buen precio.

Tras la pausa para la comida enfilamos hacia la Bufadora. Nos dijeron que es un geiser marino y esperábamos ver como desde el mar salía disparado un chorro de agua, pero en realidad es como unos agujeros en la roca del acantilado que, al subir la marea y aumentar la presión, sueltan agua a presión. Pero os pongo un vídeo para que lo veáis.


Y hasta aquí la segunda etapa del viaje. La tercera, o de cómo tardamos cuatro horas en cruzar la frontera para volver a los States, os la contaré mañana. Bueno, o igual no, que no es que fuera muy divertido.

Besos a todos!!


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