Estas fotos son una pequeña muestra de cómo nuestros vecinos se curran la decoración de Halloween. Obviamente hay algunos que no han puesto ni una triste calabaza pero para otros es todo un arte. Se supone que si no tienes decoración y apagas la luz del porche no vendrá nadie a molestarte, pero si decoras el jardín, la puerta y pones millones de luces de colores es como estar gritando: "sí, ven, llama y te daré caramelos, que a mi me va el rollo Halloween"
Y estos me parece que esta noche van a escuchar muchas veces eso de "truco o trato"
La verdad es que no sé de donde viene la tradición de Halloween pero como hemos venido a integrarnos hemos decidido implicarnos a tope con el mundo halloweeniano, eso sí, sin pasarnos.
Así pues, hemos aprendido a hacer nuestras propias calabazas.
Y las hemos colocado en la puerta de casa, para que los niños vengan a pedir "truco o trato", y nosotros les daremos caramelos.
Y mientras esperamos a los niños nada mejor que una buena cena en compañía de unos buenos amigos. Hoy toca cena puertorriqueña. Nuestros boricuas preferidos han cocinado tostones, amarillos y arroz con habichuelas.
Y sin escalas!!! Es la nueva ruta que ha anunciado Iberia. La pondrá en marcha gracias a una alianza con British Airways y American Airlines. Empezará a funcionar en abril y contará con tres vuelos semanales que nos harán estar cada vez más cerca. Así que ¡ahora ya no tenéis excusa para no venir! ¡Si hasta os hemos puesto un vuelo directo!
San Diego. Que gran ciudad. Ya os dije que volveríamos y, efectivamente, lo hemos hecho. Este fin de semana nos hemos cogido el coche, lo hemos llenado de boricuas y nos hemos lanzado a la carretera. En tan solo 5 horas cubrimos la distancia Hanford - San Diego.
Hay cosas de esta ciudad que ya os mostramos en el anterior post, así que hoy quiero enseñaros dos de las atracciones más importantes de San Diego y que en el último viaje no pudimos visitar.
La primera de ellas es Balboa Park. Sí, reíros, se llama Balboa, como Rocky.
Es el parque más grande de la ciudad, típico americano, con kilómetros de césped y árboles para ir a hacer picnic y lanzar el frisbee. Pero lo que más me impresionó es que dentro del mismo parque hay ocho museos y un zoo. Nosotros elegimos visitar, esta vez, el Museo de Arte y, bueno, no es que fuera gran cosa pero te deja con buen sabor de boca. Por lo menos tiene una retrospectiva interesante de pintores y escultores americanos, que eran bastante desconocidos para mi, tanto de Estados Unidos como de toda latinoamérica.
Esta foto es de la plaza que hay dentro del parque y donde se concentran varios de los museos de la ciudad, creo que concretamente el Museo del Hombre, el de Arte y el de Fotografía. Luego, un poco más alejados están el de Historia Naval, el de la Ciencia, el del Ferrocarril, el Insituto de Artes y la Sociedad Histórica.
Pero sigamos con el periplo sandieguino, por cierto, otro día hablaremos de los topónimos de las ciudades americanas, que tengo para otro post más o dos.
Bueno, a lo que vamos. Después de Balboa Park bajamos al puerto a comer un poco de pescadito, que en Hanford es muy malo y aprovechamos cuando vamos a alguna ciudad costera. Y como buenos españoles, después de comer toca el paseo para rebajar. Y eso hicimos, paseíto por el puerto. Hasta que nos encontramos esto:
Es el portaviones USS Midway, reconvertido en museo de la Navy (por cierto, copio la foto de airportjounals.com, porque obviamente no tengo un helicóptero al que subirme y hacer la foto).
La verdad es que impresiona entrar en un bicho de estos, no te puedes imaginar lo grande y lo pequeño que es a la vez. Es enorme, en tamaño, te sientes minúsculo dentro de él, pero a la vez los pasillos y las estancias son mínimas, de hecho las camas son enanísimas, son literas de esas que en cuanto levantas la cabeza te das con el de arriba. En fin, una tremenda sensación de claustrofobia dentro de esta mole.
Eso sí, me reí un montón cuando pensé en qué pasaría si nos pusiéramos todos a bailar esto:
¡Abajo los complejos! Se acabaron aquellos días en los que había gente que tenía verguenza de decir que era español. Yo, no tengo ninguna verguenza, es más, me siento orgulloso, halagado, de formar parte de este país que se llama España. Por eso, quiero que veáis como nos vendemos ahora, como nos damos a conocer en el extranjero, cuáles son nuestros valores y nuestras virtudes. La piel de toro está de moda.
¡¡Dios!! Me encanta...¡¡Somos la ostia!!
Como dice alguien, al que extraño mucho, un beso y a la misión !!!!!!
Impresionante. Es la primera palabra que se me viene a la mente al recordar el Parque Nacional de Sequoia.
Impresiona por su grandeza, por su exhuberancia, por los colores. La naturaleza de este país es abrumadora, contundente. Por muchas fotos que cuelgue aquí nunca podrán reflejar la sensación de estar rodeado de esos árboles. Unos árboles que abarcan todas las tonalidades de verde, desde el verde pistacho del musgo, al verde azulado de los abetos. Que abarcan todas las tonalidades de marrones, desde el marrón rojizo del tronco de las sequoias al negro de las cicatrices que el fuego dejó marcado en esos troncos. El azul intensísimo del cielo, el rojo vivo del lomo de las mariquitas, las alas multicolores de las mariposas. De nuevo, impresionante.
El Parque Nacional de Sequoia se encuentra a tan sólo una hora en coche de nuestra casa, así que se va a convertir en visita obligatoria para todos los que vengáis a vernos. Es inclreíble como, tan cerca de casa, hay algo tan espectacular, y que desconocíamos.
El Parque se divide en seis áreas, de momento sólo hemos visitado el área del Bosque Gigante, donde se encuentran algunas de las sequoias más grandes y más antiguas del mundo, algunas llegan a tener más de 3.000 años, 100 metros de altura y 1.300 toneladas de peso. Si os fijáis bien en esta foto la cosita pequeñita que hay abajo, junto a las raíces de la sequoia, soy yo. Podéis haceros una idea del tamaño de estos árboles.
Con todo, la sequoia que bate todos los records guinnes es el General Sherman, pero eso mejor os lo cuenta Luis.
¡Está lloviendo en Hanford! Sí, efectivamente, es novedad, ya que desde que llegué el 20 de julio a este país no había visto llover.
Vamos a llevarle la contraria a Albert Hammond y a decir que "a veces sí que llueve en California", bueno, esto no es exactamente southern California, pero sí la California central.
El viernes tuvimos una cena "oficial", muy oficial, en un hotel de Lemoore, el pueblo de al lado. Cuando recibí la invitación pensé... "¡Vaya! Para lo pequeño que es Lemoore y resulta que tiene un hotel y todo". Rápidamente vinieron a mi mente imágenes de hoteles de pueblo como el "Reig" o el "Bartos" en Almussafes o el Hotel de Covaleda, es decir, un hotel pequeño, discreto, humilde, tipico de pueblo.
Como aquí el tema de conducir y beber está muuuy complicado, decidimos reservar una habitación para dormir en el hotel tras la cena, así que el viernes por la tarde preparamos maletas y nos fuimos hacia el hotelito, el Tachi Palace. Y cuando llegamos...
¡¡Este es el hotelito de pueblo!! Nada. Hotel con 5 restaurantes, piscina, jacuzzis, casino, discoteca, sala de convenciones, etc. Si es que estos americanos lo hacen todo a lo grande.
Primera impresión: el hotel muy bien.
Conclusión de esta primera cena oficial: los americanos no saben divertirse. Pero esa es otra historia que habrá tiempo de contar.
